Le vi allí, apoyado en aquella farola. Ni siquiera lo pensé, eché a andar hacia su dirección y le di un abrazo. Sentía que era lo único que podía hacer. Uno de esos abrazos de "estoy aquí, ahora y siempre, para todo y para nada".
Notaba el calor, y no precisamente el de aquel día de verano. Si no el calor de dos amigos que se tenían el uno al otro.
no hay nada mejor, quqe un buen abrazo sin esperarlo !
ResponderEliminarsigueme , te gustara mi blog ;)
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